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Asdrubal Caner

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Escritor y Poeta

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viernes, 18 de mayo de 2007

LA EXPROPIACIÓN DE LA FAMILIA

Ya será muy difícil juzgar a Fidel Castro, por los crímenes cometidos contra la sociedad cubana. Este psícopata perverso, morirá en su cama, como si nada hubiera ocurrido en Cuba.
Si fuera posible abrirle una causa, el expediente sería suficientemente voluminoso, como para mandar a construir un patíbulo frente a la estatua de José Martí, en su Plaza, y guillotinarlo allí, frente a todas las víctimas que ha dejado en su estela sangrienta por nuestra isla. Y sus secuaces más íntimos, tan responsables como él de todo lo ocurrido.

Dentro de esos grandes crímenes, la destrucción de la familia cubana, ocuparía uno de los lugares más sobresalientes.
Desde el punto de vista de la Sociología moderna, la familia occidental es la base nuclear de la sociedad civil. En torno a ella, se desarrollarán los valores religiosos, morales, educacionales, jurídicos, filosóficos y las configuraciones institucionales y políticas para su protección y desarrollo.
Ella es la base de la acción comunitaria y de todo el entramado de la educación de los niños y los jóvenes.
Si el Estado – como lo han hecho los estados comunistas – sustituye a la familia, resquebraja y subvierte los valores sobre la que se asienta la sociedad civil y le da paso a los comportamientos más viles y bajos del ser humano.
Ese proceso de destrucción, ha tenido en Cuba varios caminos o aspectos.
Evidentemente, el primero es la división ideológica: hermanos contra hermanos, padres contra hijos, familias contra familias.
Conozco de casos de hijos – jóvenes – denunciando a su padre o de hermanos que se pelearon contra parte de la familia, por esos mismos motivos.

Hermanos y hermanas, renegar de otros, porque decidían quedarse en otro país, aprovechando un viaje. Padres decirles a sus hijos, que se olvidaran de ellos, que ya no eran sus hijos, por adoptar una opinión política diferente. Familias que llevan decenas de años, sin relación alguna, por discrepancias ideológicas.
Al crear al “Enemigo”, Fidel Castro dividió la sociedad y la familia cubana, entre “revolucionarios” y “gusanos”, “apátridas” “contrarevolucionarios” y otros calificativos denigrantes.
Recuerdo que, en las FAR, todos los años llegaba la “Orden No. Uno del Comandante en Jefe”, con su famoso “Ordeno Décimo Catorce”, donde se prohibía absolutamente, todo contacto con las familias en el extranjero. Tengo un amigo, que era Teniente en 1968. Una familia llegó del extranjero y le regaló una fosforera. Fue separado del Partido por seis meses.

Lo mismo ocurría cuando se llenaban planillas y formularios para entrar a cualquier trabajo o centros de estudios. Había dos preguntas obligatorias siempre, de la cual pendía su destino: “¿Tiene familiares en el extranjero? ¿Mantiene contacto con ellos?”
La segunda vía fue el destierro de millones de personas. Creo que he dicho en otros artículos, que los cubanos fuera de Cuba en 1958, no pasaban de los 4,500, la mayoría, por su lucha contra Batista. Se asentaron unos 450 en Costa Rica Venezuela y uno o dos países más. En EE:UU, habían unos 4,000.

Hoy, sólo en Estados Unidos, hay más de un millon y medio de cubanos, esparcidos por todos los estados. Hay cubanos por toda la geografía del planeta, incluyendo Alaska, Africa y, tan lejos como Australia.
En los años sesenta, cuando esos familiares escribían desde España, Canadá o Estados Unidos, los familiares en Cuba, sumidos en el miedo, no contestaban. Hay hermanos que no saben de sus hermanos hace 48 años. Hay familias que llevan 48 años sin pisar la tierra que les vio nacer. Hay hijos, hijas, que jamás han vuelto a ver a sus padres, o que el gobierno se negó a dejarles entrar, para el entierro de sus seres más queridos. El caso de Celia Cruz, es harto conocido. Padres que dejaron a sus hijos e hijas pequeños, y que no pudieron gozar de su niñez, adolescencia y juventud. Cuando se han encontrado, no se conocen y el amor, es un pariente muy lejano. Abuelos, que sólo conocen a sus nietos por teléfono y esos niños, les preguntan a sus abuelos si ellos son un teléfono, como me pasó a mi con mi nieto.

Los que me leen en América latina y el Caribe, saben que la familia latina crea unos lazos profundos, sólidos y compactos. Que los niños participan en toda nuestra vida. Que jamás abandonamos a nuestros abuelos y padres. Que existe una unidad asentada en el amor y el cariño mutuos. Que el respeto por nuestros mayores – padres, abuelos, tíos, tias – es la base de nuestros valores morales y de nuestras virtudes ciudadanas.
Hay odios, incomprensiones, deseos de venganza y terribles sentimientos interpuestos entre esas familias, desde casi medio siglo.
El tercer camino de la eliminación de la familia tradicional de nuestro país, fue la separación de los niños y jóvenes del seno familiar, para convertirlos en las futuras antorchas de la “Revolución”, los hombres nuevos, leales al más depravado de los dictadores de Cuba.
Fue un masivo exterminio de los lazos familiares, por razones político-ideológicas, una perversión de la cohesión familiar y de la rectitud y virtudes que la establecen como institución.

Los efectos de esa destrucción y extirpación de la familia por el castrismo, ha tenido un efecto devastador en la sociedad cubana. Una sociedad rota en pedazos, y cuyas manifestaciones más visibles, son la inmoralidad, el alcoholismo, la violencia, la doble personalidad, los robos y las conductas abiertamente antisociales de gran parte de la población.

La reconstrucción de la familia, será uno de los retos más extraordinarios que le espera, a un gobierno nuevo y democrático en Cuba.
La sociedad cubana merece eso, después de tanta vileza y sufrimiento.

Un abrazo.

Asdrúbal Caner Camejo
Representante del PSC
en Canadá.

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